Tratando de definir el sentimiento que cortó mis horas de sueño sostuve mis ansias en la punta de la lengua, buscaban la salida sin detenerse a considerar la barrera dentada con la que chocarían delante suyo.
Por momentos parecían colgarse de alguna palabra en dirección afuera, buscando convertirse en una irrupción protestante de sonido. Te extraño...dirían.
Y así, inquietas efervecían, mi ansiedad y mis ganas, provocadas por un hueco insoslayable en la boca del estómago que poco a poco se encarga de revolver las ideas y menguar la confianza. En mí se estableció la nostalgia a falta del roce de sus manos.
gcha.
lunes, 29 de marzo de 2010
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