viernes, 19 de noviembre de 2010

Carta a Santa con CC a cupido

En fechas recientes experimenté el agridulce sentimiento del más bajo estado del ser humano; el limítrofe, mejor conocido como enamoramiento.

Sus síntomas son varios y muy graves. Aumenta el nerviosismo y la respuesta física ante el sonido o vibración de un dispositivo electrónico que pudiera contener el llamado de esa persona - la mayoría de las veces suele llamar tu madre o la compañía de teléfono- ; la risa se vuelve constante o más bien simplista, es cuestión de perspectivas, pero sin duda alcanza decibeles insuperables.

Otra cosa que se ve afectada por el dichoso enamoramiento es la vista; él o la víctima diambulan por sus actividades normales con la mirada perdida como si fuesen a encontrar a su amor al final del camino- lo único que sucede es no ver dónde pisas y terminar con un sexy ojito morado- ; sin embargo, la consecuencia más dolorosa a todo a este asunto es sentir como al escuchar la voz de LA persona, una neurona desiste y el cinismo se adelgaza.


Pero ante estos funestos síntomas, la buena noticia es que el estado de enamoramiento limítrofe no dura mucho, unas semanas a lo sumo, y si en este tiempo logras que Cupido acierte la otra flecha, temo decir, que la esperanza de conservar el cinismo y la divina capacidad del sarcasmo crítico se ha perdido.

Dado mi reciente estado limítrofe recordé que Cupido y yo hemos estado peleados por un par de años, y en víspera navideña no es recomendable tenerlo de enemigo, ya que el ambiente se torna cursi con tan sólo inhalar. Por eso he decidido adelantarle mi carta a Santa Claus - brother de Cupido, por cierto- para que le pida de la manera más encarecida posible, que antes de las fechas felices, practique su puntería y lance la contraparte de la flecha que me tocó a mí.

El defecto más grande del enamoramiento es la mala puntería de Cupido, la mayoría de las veces sólo le atina a una de las víctimas.

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