jueves, 11 de febrero de 2010

¿Y qué celebramos?

A la par de las constantes noticias acerca de los ríos de aguas negras que hoy siguen inundando a miles de familias en el Valle de Chalco, Ciudad Neza y municipios aledaños, el presidente Calderón ha llamado a los mexicanos a “la unidad”, con un discurso en el que dio a conocer el magno despliegue de festejos de cara al tan nombrado Bicentenario; sin embargo, al escuchar la idea de estas múltiples celebraciones, en lo personal, se me viene a la mente la dualidad de realidades que vive México.

Por un lado las autoridades comisionadas a organizar los “festejos”, se encuentran moldeando una imagen turística de México, una postal vendible de nuestro país para atraer las miradas de los turistas e inversionistas extranjeros que inyecten capital para reactivar la economía, empezando por el nombramiento del Distrito Federal como "Capital Iberoamericana de la Cultura 2010", galardón que venía esperando desde hace 10 años.

Encuentro sin duda benéfica esta inyección de capital por medio de la difusión de la cultura, las artes y el turismo, México será la atracción número 1 en este 2010 , pero habría que ver también que en contraste, Cuidad Juárez se encuentra bajo un cerco de violencia ya innegable, incluso para las autoridades federales y en lo que compete a la nación en general las carencias son notables. El ranking mundial de competencia sitúa al país en el lugar 60, diez escalones abajo que hace una década, y según datos del Foro Económico Mundial de 136 naciones, México se sitúa en el lugar 116 en educación y 123 en seguridad; en la superficie con sus fiestas y al interior con sus carencias.

Al ver estas cifras pienso que el país y los que aquí habitamos tendemos a movernos en dos realidades, una es la que reflejan estas cifras, cuando vemos las primeras planas de los periódicos y todos nos quejamos de la impunidad y las deficiencias gubernamentales; y la otra es la de la fiesta patriotera, ese espíritu de amor a México que surge al ver los comerciales del Bicentenario y las bellezas naturales que guarda el país, esa emoción tequilera y de mariachi que no se traduce en hechos ciudadanos o acciones duraderas sino en una vaga fiesta.

Los festejos del Bicentenario son un buen pretexto para reactivar la estructura del país, me parece una excelente carta de presentación al extranjero; sin embargo, los que aquí vivimos, no podemos tapar el sol con un dedo y hacer a un lado el hecho de que existen problemas que requieren de solución inmediata y no de festejos.
Creo que tendríamos que participar activamente como ciudadanos y exigir la resolución y seguimiento de los problemas, educarnos, para realmente tener algo nuestro que festejar. La revolución y la independencia hoy por hoy me parecen conceptos vagos dentro del entendimiento colectivo ; a los que hoy tienen su casa anegada o perdida no les importa si habrá eventos culturales o no, y entre los que afortunadamente no están afectados, ni por la violencia ni por el agua, tampoco creo que de verdad les importe mucho el concepto de nación independiente; hay que hacernos parte de la vida ciudadana para no vernos sólo como patrioteros en un escenario social tan convulsionado.

Los festejos serán un éxito al exterior , pero sólo serán benéficos al interior si realmente se es parte de lo que en teoría se celebra.

GABRIELA CHÁVEZ AVILÉS

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