jueves, 2 de diciembre de 2010

Invertir el corazón en mercados de riesgo

Después de haber experimentado las agridulces fobias de la bancarrota, apostarle a los mercados de riesgo, puede producir especulación crónica delirante y egoísmo disfrazado de pretextos.

Tomar la decisión de volver al mercado de valores no implica sólo salir y poner los pies de vuelta en el piso de transacciones; para llegar al momento en el que se toma la decisión de invertir o no de nuevo debe existir un amplio conocimiento del mercado – nombre completo y señas particulares como mínimo- de su calificación de riesgo y de las posibles ganancias que representaría para aquel iluso que desee invertir en este.

Pero si después de haber deambulado por diferentes giros – abogados, publicistas, economistas, músicos - y mercados – Coyoacán, Polanco, Condesa, Roma- te haz decidido por un portafolio de inversión de alto riesgo, la adrenalina hará lo propio, para que la especulación no carcoma y permita que desembolses, con franca sonrisa, una cantidad fuerte destinada a acciones. Si bien estos activos podrían llevarte a la opulencia también pueden refundirte de vuelta en las precarias diversiones del salario mínimo.

En fin, el mundo es de los necios y con una copa en la mano y una mano en la pierna se firma la inversión. Comienza así el devenir especulativo. Tras 2 horas de plática y un hipnótico alipus, el inversionista arriesgado, audaz y colmilludo empieza a parecerse más a un obrero con 5 hijos y sin seguro médico, temeroso de perder sus ahorros que con tanta fe puso en ese mercado de riesgo, a sabiendas del odioso te lo dije, la frase favorita del broker (léase mejor amigo alcahuete).

Sin embargo, como en todo mercado exitoso, el del amor riesgoso tiene sus buenas notas y vueltas de tuerca que sorprenden con rendimientos récord cuando menos te lo esperas, aunque hay que recordar, que estas ganancias son sólo de los perseverantes, de los pacientes, de los que por necedad o masoquismo vencen la barrera de las 2 semanas y esperan a ver el corte de la inversión. Por encima de la especulación, que de tanto, ya fue causante de gastritis y un tic nervioso, el inversionista con talento natural por el riesgo se queda con un buen sabor de boca.

Ya sea de la mano de un buen broker o a ritmo de auto convencimiento, si la persona libra la sofocante especulación de las primeras citas, el único obstáculo para declararse un inversionista calificado, está en uno mismo y en las auténticas ganas de invertir sin egoísmos.

La lógica es muy simple, a mayor riesgo mayores son también las posibilidades de recuperar lo invertido; sin embargo, si vienes de una racha de constantes bajas, aparentemente irracionales, talvez la evaluación deba ir en contra del mercado y hacia uno mismo… un inversionista romántico con la desesperada necesidad de cinismo intravenoso previo a un rally de libre venta.

Les dejo el complemento de las Guía de Finanzas Prácticas para el Corazón:
El suyo del él: http://www.bheymann.blogspot.com/
Y el de una cinéfila : http://24cuadrosxsegundo.blogspot.com/2010/12/finanzas-para-el-corazon-guerras.html?zx=ff1f5d6452a076e3

Chéquelos, entán re buenos!!!

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