miércoles, 22 de diciembre de 2010

La devaluación del beso

Yo apenas rondaba los 6 años, pero me cuentan, que el odio que los contemporáneos noventeros le profesaban a los elocuentes miembros del gobierno en tiempos de devaluación fue genuino, reacio y de largo plazo; aún se sienten sus vestigios cuando por ahí alguien recuerda los “nuevos pesos” y trata de imaginar cómo hubiese sido la vida si el mágico goce del dinero nunca hubiera desaparecido; si al besar todavía sintieras lo mismo.

En los mercados bursátiles la excesiva emisión de papel moneda para solventar la faramalla que no se tiene, en la mayoría de los casos, lleva directo a una devaluación; tiempos de humor volátil donde un día el dinero vale y al otro no; sin embargo, aunque suene poco probable, en este contexto, los besos y los pesos tienen algo en común: de tanto apreciar y apreciar la devaluación se vuelve inminente; o lo que es lo mismo, hasta la querencia cansa.

Con los bolsillos llenos de pesos y de la mano de un bombón estándar, la vida parece maravillosa, una parte de los activos mantienen la fiesta y los detalles, mientras la hormona sentimental genera dividendos con base en caricias y verbos rebuscados, que de vez en vez se permiten un grado de moderado de cursilería. Pero como buenos mortales, al tener algo bueno se aparece el primo avaro para tentar hormonas y noquear conciencias; lo siguiente tiene un efecto muy simple: se gasta , y gasta y gasta, se besa, y besa y besa… hasta que los labios son sólo eso…labios y el dinero ya no vale. Al igual que la moneda la emoción se devalúa, lo que ayer revoloteaba con mariposas multicolor hoy no sentiría ni con un soplete por dentro.

Si al besar no sientes , si al verlo no tiemblas, tal vez fue por exceso de gasto; todo por servir se acaba… y otras cosas sin servir, pero el consejo es, al igual que cuando se tiene poder adquisitivo con una moneda volátil, apostar por la prudencia. Comprar lo necesario, sin gula, tenerlo y generar cariño, un cierto nivel de proteccionismo no aferrado que estimule la emoción y no que la gaste tanto que ya no se sienta.

Tal vez suene a recato hablar de prudencia y proteccionismo cuando la noche, y a veces hasta las mañanas, efervecen con miradas tensas y en vez de azúcar la coquetería endulza el café, pero recordemos que la burra no era arisca…la hicieron.

Realmente el beso empieza donde termina la razón, pero las monedas devaluadas no siempre se levantan airosas después de haber perdido su valor; en esos casos la calma resulta el mejor afrodisiaco, ahorrar para comprar lo deseado y no devaluar los pocos o muchos pesos que se tengan invirtiéndolos en mercados poco redituables, que después de una noche pierden la emoción, el sabor y la tentación de que sólo se obtiene en el intercambio inmaterializado de un beso.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Invertir el corazón en mercados de riesgo

Después de haber experimentado las agridulces fobias de la bancarrota, apostarle a los mercados de riesgo, puede producir especulación crónica delirante y egoísmo disfrazado de pretextos.

Tomar la decisión de volver al mercado de valores no implica sólo salir y poner los pies de vuelta en el piso de transacciones; para llegar al momento en el que se toma la decisión de invertir o no de nuevo debe existir un amplio conocimiento del mercado – nombre completo y señas particulares como mínimo- de su calificación de riesgo y de las posibles ganancias que representaría para aquel iluso que desee invertir en este.

Pero si después de haber deambulado por diferentes giros – abogados, publicistas, economistas, músicos - y mercados – Coyoacán, Polanco, Condesa, Roma- te haz decidido por un portafolio de inversión de alto riesgo, la adrenalina hará lo propio, para que la especulación no carcoma y permita que desembolses, con franca sonrisa, una cantidad fuerte destinada a acciones. Si bien estos activos podrían llevarte a la opulencia también pueden refundirte de vuelta en las precarias diversiones del salario mínimo.

En fin, el mundo es de los necios y con una copa en la mano y una mano en la pierna se firma la inversión. Comienza así el devenir especulativo. Tras 2 horas de plática y un hipnótico alipus, el inversionista arriesgado, audaz y colmilludo empieza a parecerse más a un obrero con 5 hijos y sin seguro médico, temeroso de perder sus ahorros que con tanta fe puso en ese mercado de riesgo, a sabiendas del odioso te lo dije, la frase favorita del broker (léase mejor amigo alcahuete).

Sin embargo, como en todo mercado exitoso, el del amor riesgoso tiene sus buenas notas y vueltas de tuerca que sorprenden con rendimientos récord cuando menos te lo esperas, aunque hay que recordar, que estas ganancias son sólo de los perseverantes, de los pacientes, de los que por necedad o masoquismo vencen la barrera de las 2 semanas y esperan a ver el corte de la inversión. Por encima de la especulación, que de tanto, ya fue causante de gastritis y un tic nervioso, el inversionista con talento natural por el riesgo se queda con un buen sabor de boca.

Ya sea de la mano de un buen broker o a ritmo de auto convencimiento, si la persona libra la sofocante especulación de las primeras citas, el único obstáculo para declararse un inversionista calificado, está en uno mismo y en las auténticas ganas de invertir sin egoísmos.

La lógica es muy simple, a mayor riesgo mayores son también las posibilidades de recuperar lo invertido; sin embargo, si vienes de una racha de constantes bajas, aparentemente irracionales, talvez la evaluación deba ir en contra del mercado y hacia uno mismo… un inversionista romántico con la desesperada necesidad de cinismo intravenoso previo a un rally de libre venta.

Les dejo el complemento de las Guía de Finanzas Prácticas para el Corazón:
El suyo del él: http://www.bheymann.blogspot.com/
Y el de una cinéfila : http://24cuadrosxsegundo.blogspot.com/2010/12/finanzas-para-el-corazon-guerras.html?zx=ff1f5d6452a076e3

Chéquelos, entán re buenos!!!